28.6.20
12.6.20
3.6.20
es de noche en madriz, seguimos semiconfinadxs, todo es incierto y extraño, lento y absurdo, y aunque creo de verdad que este tramo he perdido memoria de pronto me acuerdo de algo tan pequeño como una frasecita de un mail que recibí en 2016 en el que una amiga me contaban de la violencia policial que había vivido en una manifestación feminista: "qué insoportable el mundo". Qué valientes y valiosas las revueltas que una y otra vez lo vienen a defender  
2.6.20
x buenas condiciones laborales x lo sencillo x la superación de la noción burguesa de orden público x...
"Estaríamos hablando de un modelo de museo que se resistiría a ser 
gobernado bajo las lógicas de la acumulación, la productividad, el 
valor, la propiedad, la novedad y la tiranía de los ingresos propios 
generados por entradas, alquiler de espacios o patrocinios. Un museo que
 sea antes internacionalista que internacional, que apueste por lo local
 sin ser provinciano y que se resista a incrementar la lista de sus 
artistas internacionales, de sus ponentes estrella, de sus trabajadoras a
 bajo coste. Que apueste por lo sencillo y que renuncie, en definitiva, a
 todos los indicadores que hasta ahora medían su éxito. Porque todos 
esos indicadores son los que han llevado a configurar una cultura en 
abierta guerra con la vida –usando palabras de Yayo Herrero–. Un museo 
que trabaje por la rematerialización de la cultura (o más bien que tome 
conciencia de sus condiciones materiales, porque de inmaterial tiene 
poco) y que apueste decididamente por una descarbonización en todos sus 
sentidos.
[...] 
Queerizar el museo consistiría en desordenar su función, 
traicionar su norma y contribuir a la concepción de nuevos mundos que 
por fuerza surgirán del caos. Desafiar así las lógicas de lo que “ha de 
ser mostrado” y el “cómo ha de mostrarse” y con ello contribuir a 
superar la noción burguesa de orden público, de ordenación de los 
públicos, que en realidad solo implica control, ya que los museos de 
arte responden, en buena medida, a una función normalizadora: no solo 
mediante la regulación del trabajo artístico, sino a través de la 
ordenación de cuerpos, relaciones y tiempos. El desafío consistiría en 
empezar a imaginar el futuro desde estas instituciones del pasado en un 
proceso que parta de la solidaridad con las otras especies y que 
desmonte imaginarios consumistas, reconstruya comunidades cooperativas y
 reconozca el carácter individualista y extremadamente fosilista de 
nuestros imaginarios de emancipación. Un museo que no solamente merezca 
ser visitado, sino que merezca la pena ser vivido."
Pablo Martínez, "Notas para un museo por venir", CTXT, 28/5/2020 
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