El viernes a la noche los vecinos de la sala Circo de Pulgas nos amenazaron con denunciarnos- cosa que quizás llegaron a hacer. Tuvimos que desalojar justamente detrás de la actuación a las 200 personas que allí se apiñaban. Y pienso:
a) Madrid es una ciudad gobernada por vecinos. Vecinos que no lo son: que hacen por desconocerse/nos para no negociar. Su razón no les falta.
b) Los vecinos tienen razón en sentirse molestos, pero ampliaría yo el rango de molestias: obras continuas y absurdas para persistir en la dinámica especuladora, altos precios, submileurismo, no future o future muy precario, y, como punto
c) ausencia de espacios de encuentro. Salas de prueba, lugares no higienizados ni controlados para poder ir ensayando lo que queremos inventar. La lógica de los macro-eventos culturales y de los grandes espacios bancarios de cultura nos sumerge en el tutelaje permanente, en la cultura-concurso, y la urgencia de la obra acabada y espectacular.
d) No queremos espectáculo; deseamos el fallo. Sé que la primera persona plural generacional es difícil de asumir, “NOSOTRXS”; creo que nunca antes lo hice. Pero nostroxs no cabemos en Madrid. Pero nosotrxs vamos siendo clusuradxs y dirigidxs hacia los sitios de consumo tras el cierre de todo lo poquito que en Madrid había, incluidas las plazas y calles del viejo botellón. Por eso se desbordan los espacios diferentes, como la sala el otro día, o como, a otro nivel, el espacio okupado Patio Maravillas cada fin de semana. Pero es aburrido todo esto. Pero nostrxs además hemos de recibir el reproche generacional de ser indiferentes, de no asistir a nuestras vidas. Nos acusan de No. Pero es que no cabemos.
El post quedó muy largo, el globo está pesado.