25.9.18

leyendo a rossi-landi

"Sobre esta base, puede decirse que el proceso de elaboración lingüística y con más razón el proceso total de la producción y de la circulación lingüística, se convierten en algo externo al hablante individual justamente al asumir la forma institucionalizada de un capital y de un mercado lingüísticos que ningún hablante puede cambiar a gusto. El hablante, por así decir, es llamado al servicio por la sociedad en que nace: se le pide e impone erogar su fuerza de trabajo lingüístico y se le enseñan obligatoriamente las modalidades de erogación: debe usar productos ya existentes, consumirlos reproduciéndolos inconscientemente según modelos que de tal manera son confirmados y perpetrados. Aun cuando logre rechazar tales modelos, la pena que debe pagar consiste ni más ni menos en la expulsión de la sociedad lingüística: no aprendiendo a hablar, o hablando un lenguaje desviado personalmente, ya que no es entendido ni logra hacerse entender. Es la muerte lingüística o muerte comunicativa, tan grave como la muerte de hambre o la muerte civil de los trabajos forzados, sufrida por los dementes y por los afásicos crónicos y que se manifiesta por lo menos como una posibilidad para cualquiera que intente caminos lingüísticos radicalmente nuevos.

Como repetidos de modelos obligatorios o supra-personales, el obrero lingüístico se halla en la situación de no saber qué hace cuando habla, de no saber por qué habla cómo habla, y de pertenecer a procesos de producción lingüística que lo condicionan desde el principio, que lo obligan a ver el mundo de una manera determinada y que le dificultan el trabajo original o simplemente distinto."

Ferruccio Rossi-Landi, El lenguaje como trabajo y mercado. Traducción de Italo Manzi. Caracas: Monte Avila, 1970; pp. 54-55.

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