creo que me gusta que el vídeo sea muy malo, de lado, menor, sin ninguna precisión, como para que apenas se pueda ver nada. Porque incluso si el vídeo fuera bueno el vídeo no podría captar. Eso. Esa obra. Qué cosa más grande The tremble, de Alex Baczynski-Jenkins (coreógrafo). La vi en su versión de tour (que son sólo 3 de las 5 horas del original) en su versión sucedida a la noche del 14 de diciembre de 2019 en Romo Kultur Etxea durante Un lugar en el que poder hundirse, el programa mágico inventado por Isabel de Naverán y Julia Morandeira. Antes había sido Salitre y antes de antes, Respiración oceánica de Itziar Okariz e Izar Okariz, que me gustó también. Respiración oceánica me había puesto en una escucha muy íntima, como hacia adentro. Con The tremble pude escuchar más afuera pero igual era íntima, mucho, muy. Los gestos delicados, la lentitud del movimiento del performer primero, cuando no levantaba los pies del suelo, las sonrisas y las miradas, las manos. El momento álgido, sobre ese beat agudo, hacia arriba, esa invitación a bailar con unx a cualquiera. Había algo extremadamente bello porque los cuerpos que bailaban lo era, lo era la música, lo eran los gestos, la estética, todo lo era, una belleza muy fuerte, muy incontestable no obstante inclusiva: muy inclusiva. Podría ser cool pero no, es otra cosa: de ese lado de las cosas con carne. ¿Sabes cuando se abre el momento del baile entre muchos cuerpos, ese filo por el que ya no se distingue nítidamente la imagen anterior de nadie y el cuerpo puede correr y caer y no cortarse pero tampoco no mancharse? Eso, ese momento, esa apertura, queer joy for real.
31.12.19
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