22.9.19

un verano de 019

en unos soportales bañados de color, termina como empezó, rojo, un verano, se escribe el primer día del otoño. Garachico, La Orotava condensada de humedad, que un pueblo se llame La Matanza, Candelaria, Güimar, Punta Hidalgo, la playa negra dorada, las olas altas; Cantarriján, la Herradura y Granada, tantos años después de hacerme mayor; sobre una piscina pequeña sobre el cielo de Córdoba en una casa hermosa Vega Deneb Altair. Dos mudanzas, su efecto de novedad. El surgimiento del espacio social, de Kirstin Ross: de cómo la Comuna, y su lengua, informa algunas de las formas de los poemas de Rimbaud: la figura del maldito individualiza  un errar, un pulular, un no querer trabajar pero sí querer las sensaciones del mundo que de hecho ocupaba a un número no pequeño de adolescentes que no se incorporaban a las fábricas, que faltaban a la escuela, que no se ordenaban. La hermosa autobiografía de lxs Language poets de la Costa Oeste: Grand piano: pequeños ensayos de poesía y vida que relatan cómo una escena, una amistad y una poesía fueron hechas. La Mucama de Omicunlé de Rita Indiana, QUÉ BARBARIDAD, qué COSA TAN ENORME, por momentos en el bus y en la playa tenía que parar de leer pa respirar: cómo se pueden contar dos historias en dos tiempos a la vez ("cerró sus cuatro ojos"), tres historias en tres tiempos a lo largo, cómo se pueden contar tantas historias, casi una por frase. Cómo se puede estar tan en la era: contenerla y a la vez reírse de ella. La Mucama es un desparrame, una pasada. La Estrategia de Chochueca (la primera novela de Indiana) es más concisa y elegante, y esa mirada afilada (de adolescente) al paisaje, a la ciudad, a lxs demás, y esa descripción de la fiesta, del deseo, del estar, del buscar. Pienso en las novelas de Rita Indiana, Fernanda Laguna y Reinaldo Arenas, y me doy cuenta de que ya no quiero menos que eso: mucha mucha peripecia no psicológica sino verbal, vital, encadenada en superficie, sin tanta causa-consecuencia sino que pasa-pasa-pasa, haciendo así de la trama un elemento formal más y no el objeto escondido. Me doy cuenta de que la ficción que más me gusta es la que contiene METAMORFOSIS: cambios de formas / de personajes humanos en animales, en plantas, en otros seres, en otras vidas, en otras cosas. El placer de estar cerca de convertirte en otro ser. La conflictividad de ese pasaje. Fascinante. La poesía de Charles Bernstein y Ron Silliman, Mi vida de Lyn Hejinian en traducción publicada en México, y regalada por MAMS, The Language letters. Henri Meschonnic, como cada verano desde hace ¿8? La relectura de Seudo, tantos años después. Dormir mucho, dormir todo lo robado por el año. Con Fran hacer una nana rara de esta época pequeña y oscura en la que estamos sumergidxs. El hielo Alaska arde el / barco el infierno vacío / de flores aquel verano salvo / Hong Kong en el mundo, 2019. Por la avenida, con P; con las euracas haciendo euraca. En el vacío el vértigo de que, bueno, la vida, un día, ya sabes. Con S, en la conversación real y honesta, desde 2006. En la curiosidad por lo siguiente. En una profunda calma. En el hueco. Morris: el nuevo libro de la impresionante escritora Violeta Kesselman (por cierto: ¿la prosa de Kesselman podría ser clasificada de variante de la New Sentence Writing? No y sí, porque a su manera usa la frase como unidad, pero no abstrae tanto como Silliman): "Una bala lumínica en el cielo. ¿Por qué? Una ruta, de noche, con sueños, los ojos secos, por la ventanilla casas discretas, aisladas en medio del precapitalismo, un cuadrado lejano de luz que al ojo parece de un centímetro y medio, no puede deducirse qué tipo de vida llevan los que están ahí. El teléfono iluminado guarda palabras con faltantes y excesos, escritas de manera robada a otra lengua que no se conoce ni se va a aprender nunca, fievre, zebra, zero, formas de escribir que nade sabe cómo se escriben, la hache exótica, aparece y suenan las danzas del vientres, es mejor así, es una cuestión de azahar. El que pierde no acompaña..." (p. 55). En el agua en el mar, imposible describirla porque el color se mueve y el color es, en sí mismo, imposible de describir. En una piscina de San José de Valderas. De noche noche cruzando el Calero el parque, el cine de verano, probando pruebas, haciendo textos, por la intuición genuina, por la tripa, por la fe, por las ganas. 





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