5.2.17

el sábado vi amanecer en el techo de un piso 12 sobre la Castellana. Hacía tormenta de viento, parecía que nos íbamos a volar y por si acaso sujetábamos el edredón que subió Hamilton para taparnos. Qué pequeño es madriz, dijo Segovia, se alcanza a ver casi todo desde este alto. Cuando se hizo de día, o de azul, el ladrillo de los edificios nos lo hizo parecer aún más menor, nuestro madriz, sus ricos que ni siquiera saben construir sus torres con elegancia, ellos que se pasan el día y el siglo construyendo. Bajamos hacia el coche para decidir el siguiente movimiento cuando apareció una mujer muy bien vestida pero absolutamente perdida que nos pedía que por favor la retornáramos a su hotel de Gran Vía. Había descubierto que su marido la engañaba y no sabía cómo había terminado a las 8 am en esa plaza de Cuzco. Era de Canadá. Olía mucho a alcohol. La recogimos y la llevamos al metro de Estrecho. Bajé con ella para comprarle un billete y meterla en el tren. Le dije que se cuidara, que no se apenara por ningún tipo. Lloraba mucho la princesa canadiense. Después escuchamos música, desayunamos, luego dormimos, más después amanecí y al mirar el mail encontré otra carta de rechazo de una beca posdoctoral (a la que esta vez al menos pude presentarme). Era en Detroit. Con lo bien que bailo techno, me dije, con lo que me gusta el sonido Motown, y todas las cosas que tenía por investigar sobre oralidad, escritura, transcripción, vernacular, poesía gallega, posición euraca, poética por venir. Pero es muy probable que ni el baile ni el porvenir computen como puntos, es muy probable que ya no cuente que detrás de una solicitud haya una persona con su carne y con su hueso, su viveza y su maleza, sino un soldadito competitivo. Soltad los puestos, me dije, lleváis ahí un montón de décadas y el mundo es cada vez peor. Cada no de la universidad creo que me sube más a los tejados. Será desde el tejado o no será, nos volaremos, pero a esta altura creo que ya no merece la pena bajarse a correr en pos de los contratos de vida falsos.

5 comentarios:

Billy dijo...

nuestro mundo en los sótanos y en los tejados, toda la oscuridad de la noche y todo el aire de la mañana, yo menos no quiero. VAMOS.

maría salgado dijo...




VAMOS, Billy


hache dijo...

oscuridad y aire
bailar y respirar
VAMOS, pues

a. dijo...

Eso, nosotras a los tejados, que en los departamentos universitarios no se vuela no se amanece ni se baila ni nada...

maría salgado dijo...




a, hache, sí, sin duda

más veces, más tejados, más bailes

vamos!