*
[...]
¿Por
qué yo?
Sólo
es hermosa la salvación del que casi está desconsolado.
Sólo
entiende la salvación el herido grave.
Yo
os respondería con la alegría sin gusano del padre primerizo y del
patrón que halla peces
la
del que expulsa su fluido y se ignora un instante
la
del reo amordazado y todo era un simulacro
la
del minero que reconoce de nuevo el sol
la
alegría pura del animal en su siendo.
Esta
bula que pido no le vale al atleta del oro
es
despreciada por quien cree en la obra de los hombres
y es
ignominia para los próceres del progreso.
Todos
ellos tienen la ira y la razón, su reino en este mundo y su razón.
Sólo
tengo la sangre de una edad y su color promete cansancio y fluye a la
caza de ternura.
Perdonadme.
Mi delito es haber comprendido cómo dibujaron esta desnutrición.
[...]
Julieta Valero. Los heridos graves, 2005.
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