23.10.16

Didi-Huberman sobre arte político, pesimismo, deseo e invención


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Pero la política no es el contenido político, es otra cosa. Conducirse políticamente no es tomar partido por un partido político, aunque es posible, por supuesto, pero hay otras mil formas de sugerir la relación que tenemos con la sociedad y con la historia; y la estética nunca está separada de la historia. Por lo tanto, incluso a la estética más absoluta -por ejemplo Mallarmé, en poesía, o el pintor Barnett Newman- nunca debemos separarla del mundo de la historia.

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Walter Benjamin escribió un libro en 1934, en un marco muy político, por cierto, que fue la reunión de intelectuales frente al fascismo, en París. Es un texto sublime que se llama El autor como productor. Ahí él dice que la cuestión no es saber si le servimos a una ideología política cuando hacemos arte. La cuestión es crear una imagen, por ejemplo, de manera suficientemente libre como para que esa libertad sea, en sí misma, un acto político. Entonces, el arte político no es el arte que ilustra una política; es el arte que en su propia elección de libertad constituye ya un acto político. Escribir un libro es un acto, no es sobre un acto. ¿Es mi trabajo político o no? Por el simple hecho de que exista de alguna forma, es político sin tener que decir qué partido político él defiende.

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Podemos ser pesimistas porque -retomo su término- la ideología dominante está ahí y domina. Podemos ser pesimistas desde ese punto de vista, pero en el espacio de ese pesimismo hay mil cosas por hacer. Organizar el pesimismo quiere decir darle una oportunidad al deseo de ir más allá. El pesimismo nunca debe tener la última palabra. La ideología dominante puede derrumbarse en cualquier momento, no sabemos lo que puede ocurrir, y esa tensión permanente es necesaria. De todas formas, la historia es un conflicto, la geografía es un conflicto, las imágenes son un conflicto, todos esos son campos de batalla. A veces ganamos algo, luego perdemos, más tarde volvemos a ganar, etc. Siempre es así.

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Sí, pero las disidencias y los proyectos paralelos son una forma de levantamiento, por supuesto. Podemos levantarnos, pasar por encima, pero también pasar por los costados. Esos son los proyectos paralelos de los que usted habla, y para mí eso es algo muy importante. Es decir, hay que crear posibilidades donde lo que usted llama ideología dominante no tiene todo el poder. Hay que crear posibilidades, o sea, hay que inventar. Es por eso que los artistas son interesantes, porque inventan sin cesar. Hay que tener una invención ética, política, estética, de la vida cotidiana. Eso: inventemos, inventemos más.

Entrevista a Georges Didi-Huberman por Santiago Rosero.

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