este otoño viajé cuatro veces fuera de Madrid para recitar. Eso es para mí bastante, incluso mucho. Casi todos los lugares fueron nuevos y a su manera extraños. Me siguieron sorprendiendo algunos rituales de la cultura moribunda: por ejemplo los discursos de las autoridades antes de una actuación, por ejemplo la falta de autocrítica y la rapidez con que la falta de público es justificada mediante la culpabilización del público potencial. Me sorprende que se desprecie tanto a la misma gente a la que se quiere invitar. Comí comida rica, conocí a mucha gente interesante y de todo tipo, eché de menos, aprendí cosas charlando, vi paisajes que me sorprendieron
en Villanueva de los Infantes, al final de las calles anchísimas y larguísimas aparecían las heras. El llano era infinito. Las fachadas de las casas podían llegar a ocupar veinte o más metros. Hablé con una señora que decía que llevar veintiocho años vistiendo un hábito del Cristo de Medinaceli. Con Marco Godoy dimos un paseo afuera de las calles, hasta el cementerio lleno de viento. Todxs lxs artistas del cartel y lxs del museo eran gente muy agradable
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en Valencia, al sol por la mañana en una casa antigua del centro, el suelo azulejado a dos colores, la forma de hedonismo del Levante, la luz, una disco indie donde las canciones de 2002 ya suenan muy muy viejas, un bar perfecto para pasar el tiempo, la playa, la casa de Javi y Estefi, con los de Pensaré Cartoneras pensando en arte y política. Con Ángela Segovia y Jesús Aguado, tomando infusiones y riendo si parar.
en el mirador de la fundación ACA de Buger, Mallorca. De noche se veían las estrellas y de día un llano enorme. Palma es muy moro, y la luz es aún más cálida que en Valencia. Al día siguiente de actuar fuimos a ver Cap Formentor, el Mediterráneo muy azul desde lo alto. Un mar quietísimo. En Los Oficios Terrestres con las feministas. Por la mañana leyendo en la playa el libro por venir de Billy E. Morreale
en Bratislava. En alto sobre el Danubio, que era verde y se iba entre árboles hacia un llano y luego unas montañas. Eso sí es río. Unos turistas subidos a un patinete a motor reciben unos datos de parte de una guía subida en otro patinete a motor a través de unas calles muy limpias, tranquilas, pacíficas. Algunos poetas europeos suben al escenario y se acuerdan de París. La actriz que lee las traducciones al eslovaco de los textos escritos por las poetas mujeres - porque puede que no entiendas eslovaco, pero tienes que entender que quien escribió eso era una mujer, es importante, parece - me dice que tenga un buen viaje, "que hoy en día ya no se sabe en Europa". Me da un poco de vergüenza escuchar esa frase. Le sale gratis pero es carísima de pronunciar
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