ayer llegué a casa de p rompiendo la suspensión de espacio y tiempo y cuando llegué me leyó un horóscopo de cuarentena en el que decía que la canción de mi signo, aries, esta cuarentena, era diamonds de rihanna, y la bailamos cada una desde una punta de la casa y esta mañana bailamos otras cuantas y así va a ser todos los días de este encierro - en esta casa se baila - porque así se recuerda que una tiene cuerpo y que el cuerpo sale de una - no afuera - que la calle está tan lejos que ahora mismo duele solo recordarla - sino a la imaginación - de todas esas pistas de todas esas veces de todas esas ganas que nos han constituido a nosotras y a nuestrxs amigxs - a quienes recuerdo cuando bailo. Una vez me preguntó un artista argentino al que por cierto vi hace dos semanas en el poem room (qué lindeza fue aquello) que por qué éramos amigxs lxs que estábamos puntualmente a su lado ese día paseando - qué pregunta tan extraña - y me paré un rato porque eran muchas y pocas las razones - pero me di cuenta que la principal había sido y era y es que bailamos - que siempre que nos vemos lo hacemos - que nunca no lo hacemos - que nunca hemos dejado de hacerlo - es como una tribu* pero pasan las horas y entonces hablamos y también leemos libros, vemos películas, da igual si de rihanna o de pound, eso da lo mismo ahora, el caso es que cogemos esos objetos y los entramos en nuestros cuerpos y recordamos que los tenemos pero también que salen de nosotrxs hacia otro lugar sin que eso implique en absoluto una disociación con el alma (el alma es cuerpo, eso es evidente). Siempre, desde pequeña, he extrañado tener más sitio (de manera abstracta y física) y a la vez nunca he hecho por tener un sitio más grande que el que tenía (de manera abstracta y física) pero siempre desde que me encontré con todos esos objetos ese sitio ahí ese rato se abrió para mí se abría. Confirmo estos días que ese sitio ahí así abierto es real. En esta disquisición general de lo real y lo irreal que nos trae a saco esta crisis (una más de las cientos que había ya en curso), para mí ahora un punto claro, evidentísimo, es que los poemas, las canciones, las películas, los libros (no el valor, no la autoría, eso ya lo hablamos luego que pase el shock) son cosas reales y, por lo tanto, se quedan con nosotrxs. Lo real VS Parásitos. Mañana os hablo de las terrazas. La terreza enorme que se ve desde este balconcito digno y decente pero enano que no obstante es un auténtico luho ante la perspectiva de quince días de confinamiento. El derecho a la luz en la cara, al aire, al horizonte. Pero eso mañana. El tiempo es largo ahora.
*antes de que crezcamos la tribu se marca
fluorescente el corazón y ya no creces. Es un tiempo de tribus. De tribus y de gente.
Suponía que existían pero no los había visto, pero como no existen a la vista es todo
una suposición (Hacía un ruido, 2016) /
No hay comentarios:
Publicar un comentario