aquí escuchando a daniel johnston - mientras pinto unas letras en unos din-a3 con témpera negra
pienso en la osadía de ese uso de la voz tan delicado que si jugara a piedra papel tijera ganaría siempre por retraso: se dejaría cortar, se dejaría aplastar y se dejaría envolver para después desde dentro regresar como forma de una herida en celulosa, en mineral, en aleación gris metalizada
hace unas semanas vi Impregnaciones de la Srta. nieve y Guitarra (bien lorquiano el título, ¿no?) de Mónica Valenciano en el Escena Contemporánea. Me gustó especialmente al empezar, cuando ella decía - sentada en primera fila y mirando al escenario - "empieza" "empieza" "empieza" - así se lo decía, así, al vacío iluminado - le decía a ese algo que empezara - cuando hablaba tan bajito realmente se impregnaba la memoria
días después por correo llegó el libro ARA de Juan Soros editado por Del Centro editores (Madrid, 2012, 100 ejemplares) Se trata de una "máquina de memoria". El aparato opera nada menos que en papel y una de las formas que recorta de su nada hacia una forma de recuerdo es la "melancolía", nada menos. La cosa es elegante hasta decir basta
voy a cenar un poco con la ventana abierta a ver si vuelan - o si la témpera los hace pesar un poco lo suficiente - a ver quién gana de los tres:
"Paranacito y el Paraná se encuentran. Rodean la misma / carne en el mapa amarillo. Pero gana el más fuerte (el del alma más débil), el / Paraná, y el paranacito no se pone a llorar, recuerda. El paraíso. Las aguas. Las flores. Las piedras. El cielo."
[de Martín Rodríguez (el groso), en ese libro gigante que se llama Paniagua]
"Paranacito y el Paraná se encuentran. Rodean la misma / carne en el mapa amarillo. Pero gana el más fuerte (el del alma más débil), el / Paraná, y el paranacito no se pone a llorar, recuerda. El paraíso. Las aguas. Las flores. Las piedras. El cielo."
[de Martín Rodríguez (el groso), en ese libro gigante que se llama Paniagua]
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