y vino la incansable Marjorie Perloff a cerrar el seminario. Perloff es como Los Beatles de las cuestiones de poética/vanguardia, una melodía que gusta a todo el mundo y tiene alcance mundial - presentó nuevo material nada menos que sobre Duchamp; hablaba a la velocidad del rayo inagotable. Pensé que si Perloff eran los Beatles - Johanna Drucker es Sonic Youth - Jerome McGann es McCarthy - y Charles Bernstein, no sé, un combo enorme y generoso, suficientemente lo-fi y suficientemente operístico, local y global, no sé, no sé - o sí, ya sé, pensé, algo mejor que todo lo anterior: es Marvin Gaye
a la vez que MP a Philadelphia llegó el verano. En philly el verano es húmedo de gang, entrerriano - entre el schuylkill y el delaware - abrasa con su humedad, presiona agudamente la cabeza y aletarga los sentidos. No hubo antes primavera - pasamos de las nieves al viento con lluvias sin en medio juntar ni tres días seguidos de buen calor y brisa - y un día solo, como se sabe, no hace un granero ni una golondrina ni una primavera
a la noche de la última noche, cerrado el semestre y arrasada la cabeza, tomábamos cervezas en un porche de madera - sudábamos tranquilamente - hablábamos de cosas que se perderán en el tiempo / como lo haré yo del recuerdo de casi todxs lxs que allí estábamos presentes. Me gustó ser su extranjera, alguien que vagamente recordarán, que a veces no pesca partes de la conversación, que estuvo allí, sin compromiso ni drama, bebiendo cerveza en un porche al inicio de un verano
ahora es ahora, 5 am, en madriz vagamente sé quién soy y qué hacía allí y antes de allí aquí. Hago recuento de mis pertenencias; son casi todas intangibles como sueños que no cuento a casi nadie - me los relato una y otra vez para que no se pierdan - ni yo entre ellos - ni entre ellxs nada de lo que sucedió
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