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he manifestado sus expectativas respecto
de la vida y no respecto a nos
respecto a se
quiero
casar
la
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[hack de un viejo epitalamio]
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una vez en el umbral del baño mientras se está maquillando - siempre empezamos las conversaciones importantes en los quicios de los cuartos - me pregunta si "ay" o "tú". Las dos piezas caben en la cosa, dan el beat del ritmo, pero cuál escoger de las dos piezas. Pasa un segundo. Definitivamente "ay", que es mucho más flamenco que el "tú" del pop. El ay se duele y luego recoge lo que duele y tira hacia la siguiente cosa. El tú va a ser que nos atrapa en una imagen demasiado fija de lo que queríamos pero no podía ser. Hay que querer y hay que poder de otra manera. Sale así...
pienso en esa tradición que dice que son las amigas de la novia las que tienen que vestirla. Yo una vez vestí a una
, literalmente. Era una boda gallega y como todas las demás estaban muy nerviosas, me tocó apretar y atar uno a uno los mil lazos del corsé. Se sintió contradictorio, pero extrañamente hermoso. Atarla para la venta. Para la venda. Bebimos mucho luego. Comimos durante varias horas. Hubo incluso que bailar entre platos. Estuvo bueno. Salió así...
hubo otra vez que escribí un epitalamio para nadie, para alguien que ya se había marchado. Un poema de bodas sin boda, entre muy cursi, muy irónico y muy malo. Exagerado y grandilocuente como las grandes declaraciones, pero declarativo de un oscuro porvenir perdido. Melodrama a full, ya sabes. Decir que no y que sí, que sí que sí pero que tampoco no. Que no me lo creía, y lo quería. Ese era el reto. El reto era que fracasara en todos los puntos donde no se debería fallar para biencasarse: la estética, la fe, la calidad. Entonces pasó que fui a otra boda gallega (que son las más buenas) y que a las 3 am me pidieron recitar un poema en el micrófono de la orquesta. Y lo leí (de memoria) delante del público más elegante y más ebrio que había tenido en mi vida. Y entonces sucedió lo imprevisible para mí hasta ese instante: que la expectativa de la gente lo transformó en el poema de bodas perfecto. Todxs allí escuchando "a veces no estaré contigo" "pero yo me caso si no me haces elegir", "no sé prever el menú de la semana", "quiero estar con alguien que me empuje en el momento justo hacia la clandestinidad y la lucha armada" como lo más adecuado. Como si sí, como si ellxs supieran (como sabían) y aún así. Como si todxs supiéramos que era, como es, un juego - "mi amor a ti es mi infancia a ti" - más además de una institución reproductiva del capital bla bla bla. Y salió así...
pero de todo ese tiempo que va de salir de la casa de
amun anadad hasta encontrar
amores que no se poseen pero para sí se tienen en un balcón -
pasando por los que no hay que permitir que a una la posean al menos por demasiado tiempo - de todo este tiempo en el que el tú se cambia por se y el la por él y el vos por nos y el no por sí y ya no se sabe cuánto abarca la potencia de
lo que sea que quiera decir nosotrxs, nuestros cuerpos - de todo ese perder miedo a perder el norte en
tierras alejadas que se conjura en el momento justo en el que sabes que -
y no me encontré con mi destino - no hay camino - de todo esto, y no sólo,
Cásala es el disco. Cásala es el disco que cuenta todo este tiempo y este descubrimiento de un mundo de bodas bien complejo, que cuenta más que esto
, su dolor, su política, su alegría y su tempo. Que lo cuenta mejor que cualquier poema adhoc, dónde va a parar. Es el disco que lo tararea, que lo pone a bailar, que lo canta en nuestras bocas como un algo que nos protege entre las normas y el miedo y la incertidumbre.
Y algo así debe de ser el quinqui folk; la lírica de hoy, si quieres. Algo como para no dormir de noche. Y sale así
... y así es de literal la (parte aproximadamente anónima de la) relación que el Cásala tiene conmigo