yo lo presentía, y ahora mira. Quiero acordarme de este día, 4 de noviembre de 2010. Me he leído Kubla Khan. KUBLA KHAN es uno de los mejores libros de poesía que he leído en mi vida - y aunque he dicho esto alguna vez en mi vida, no han sido tantas ni tan a la ligera - es un libro para llorar de la emoción de que exista ese libro, con o sin tapas, con o sin concha, texto no más; a veces, no tantas, se me olvida que leo para que me ocurra algo como este libro que es como para asfixiarse de la emoción; y yo no me creo que lo haya escrito alguien humano o alguien vivo. No me creo que lo haya escrito Julián Herbert. Se lo han dictado los muertos del desierto a ambos lados de la frontera. Lo ha escrito el propio Kubla Khan, que ya no vive en un palacio de Mongolia, sino al borde de una carretera panamericana, en el llano dormido del estacionamiento, entre los gritos que salen de la puerta de un bar y alguien que habla de fútbol. Se lo ha dictado una droga larga y tendida. O lo ha escrito en los mejores 84 (como páginas) minutos de lucidez de su biografía. Ha tenido que pagar un precio; Herbert, aunque risueño, debe de ser un zombie o un tipo sin alma - en vez de alma debe tener una ruta de la seda dentro - un mundo tan ancho / un mar de moluscos: "Bulbos en lápidas. / Praderas archivadas." Lo he subrayado entero (salvo a lo mejor dos de amor provenzal más fáciles que el resto) No sé ni cuál elegir para compartir aquí, así en rapidshare; pongo uno corto para que no se rompan sus versos por el poco tamaño del post:
Lo importante era volver sin brazos,
caminar sobre la cuerda desde el Medio Desoriente
hasta una pértiga de escombro.
Lo importante eran los brazos,
el no abrazo de los brazos apilados
junto a los hospitales (Ali Abbas –12 años,
Bagdad– fotografiado sin brazos. Derechos
Reservados. La Jornada.)
Uñas que sólo crecen hacia el color violeta.
Morfina en vez de brazos
para llevarse una caricia a la cabeza.
Lo importante era la mente de esos brazos:
la resaca de los miembros aferrados a la bomba.